Lo que hay que decir sobre suicidio.

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 Del Suicidio de Habla - El tabu ha llevado ya muchas vidas. 


El suicidio es un fenómeno que ha acontecido desde siempre y en todo el mundo, en diferentes culturas, en todas las edades y clases sociales. Es importante conocer cuáles son las diferentes causas para implementar estrategias de intervención y de esta manera disminuir el índice abrumador de los suicidios. La prevención que se conoce del suicidio parecería ser que es NO hablar de él por el mito del temor al contagio. Lo que no se habla, o, mejor dicho, aquello de lo que no se puede hablar, pero se actúa tarde o temprano, nos deja a todos (tanto profesionales como afectos queridos del suicida, y la sociedad toda) con una sensación de que no se le escuchó o lo que es peor: no dejamos que se exprese a través del lenguaje y por tanto actuó con la intención de aplacar su sufrimiento psíquico. Desde la perspectiva del psicoanálisis, para los sujetos del lenguaje, la muerte es la ausencia de la palabra, y en estos casos al parecer el lenguaje como simbolización es suprimido a través de la acción y su pasaje al acto.  

 

Quien se mata generalmente es una dedicación a algo o a alguien. Podríamos decir que el suicidio  siempre es un asesinato encubierto; pues el suicida no es a él a quien quiso matar, sino a la situación o persona que le generó esa enajenación debido a su sufrimiento psíquico insostenible. No lo hace por frágil, lo hace por la descompensación en su salud mental. El sufrimiento psíquico a diferencia del sufrimiento físico sigue siendo estigmatizado. Quien padece un sufrimiento psíquico no siempre pide esa ayuda oportuna para alcanzar el bienestar psíquico; dado a su desesperanza e inclusive, el temor a no ser comprendido en su dolor. Aun hoy en el siglo XXI de suicidio “no se habla”. Un “acto mudo” pero lleno de significado sigue actuándose, en ese intento de decir aquello que no se logra decir sino por el acto mismo. Fenómenos individuales que generalmente responden a causas sociohistóricas, debido a situaciones mayormente complejas y multicausales, donde también puede ser producto de las interrelations entre procesos biológicos y/o hereditarios. Si solamente se diera respuesta por causas biológicas, se daría por sentado la no existencia de la subjetividad dada por los otros y con los otros: la sociedad y sus lazos sociales. No debería excluirse que el desenlace de un suicidio sea su causa un conflicto psíquico, producto del entramado de lo vincular y ese “gran otro” que es el medio social donde se mueve el sujeto. Vivimos en una Sociedad donde el “alto rendimiento” parecería generar depresión por esa propensión al exitismo, donde estar todo el tiempo ocupado o haciendo algo es admirable; y al parecer el fracaso en ninguna índole es permitido. Ese gran imperativo social del deber ser/tener sumado a la productividad no importando el cansancio o agotamiento extremo donde el ser humano es verdugo y a su vez víctima al mismo tiempo. En nombre de la búsqueda de la Felicidad, los trastornos del humor como la depresión (endógena o exógena) así como también los procesos ansiosos, se invisibilizan o son camuflados bajo mecanismos de defensas que liberan de la angustia (negación, represión, etc) así como también la presencia de síntomas, inhibiciones, y/o enfermedades entre otras posibilidades de manifestar que algo no ha podido ser tramitado o transitado de la mejor manera. Los trastornos del humor y los estados de ánimo depresivos siempre han tenido mala prensa en una sociedad donde se “glorifica” el buen humor y estar todo el tiempo “pum para arriba”. El decir: “Levántate y anda…” con la mayor de las buenas intenciones, es la negación o desmentida de una situación que desborda y a la vez una represión que enmudece, silenciando un sufrimiento “invisible” vivido en soledad por la enjuiciadora mirada de ese “Gran Otro” (sociedad – todos nosotros). En la misma línea, El Super-Yo que como instancia psíquica ínsita a gozar (Lacan, 1981) sumado a la imposibilidad del sujeto de cumplir con ese mandato imperativo social o epocal impuesto que empuja al goce, operando por tanto como esos ideales culturales universales del: deber, del tener, del ser. Esta sensación de incomprensión inhabilita la posibilidad de expresar “el Pum para abajo” a través de la palabra y por tanto el pasaje al acto, o lo llamados acting out – sin mediar palabra. Surge entonces, el goce pleno que promueven los “ideales” epocales y que mal/conectan al sujeto con “la falta central” y la insatisfacción por lo que debería ser/tener en su vida, y no logra. El lazo social se debilita y el sujeto se aísla cada vez mas donde la falta de sentido es lo que promueve en ocasiones el suicido, dado (como dije anteriormente) por las exigencias Super-Yoicas.  La mayoría de los estudios epidemiológicos señalan una correlación entre suicidio y depresión; pero el suicidio no siempre es dado por depresión o un estado deprimido. En la paranoia, por ejemplo: el sujeto toma lo imaginario como lo real. En la psicosis (mas precisamente la esquizofrenia) la imagen propia adquiere un orden-desorganizado, de un cuerpo fragmentado, con delirio y alucinación, teniendo en cuenta que el índice de prevalencia de suicidio en psicosis severa como la esquizofrenia es de 12% según el DSM-5. En trastornos bipolares, que encierran episodios de depresión y manía, tienen una alta incidencia/prevalencia de suicidios. E inclusive, aquellos accidentes que parecerían ser meros accidentes casuísticos, generalmente son el producto de un suicidio inconsciente (ejemplo de ello: “a mi no me va a pasar nada”; porque no hay representación de la muerte propia en el inconsciente, y tienen comportamientos parasuicidas. Un alto índice de mujeres con intento de suicidio (no logrado o consumado), puede ser debido a que la prevalencia de histeria es mas alta en mujeres que en hombres. En la melancolía, “la sombra del objeto ha caído sobre el YO” y lo que se pierde es insustituible, habiendo una identificación narcisista con lo que se ha perdido (introyectado) que propensa a morir con el objeto-situación perdido/a. Es una regresión a la identificación, una regresión a la etapa sádica donde el Yo es castigado por ese impulso. El sadismo ya no es exteriorizado, y por tanto se vuelve hacia sí mismo flagelante y autocastigador. Entre el amor y el odio; pugnan tendencias contrapuestas y de un sadismo introyectado; atentando por ende contra sí mismo. En este caso, el sujeto toma el lugar del objeto deseado y a la vez odiado por su supuesto abandono. En la melancolía, el Súper-Yo injuria al Yo de forma implacable. En el perverso: el suicidio se presenta para provocar la angustia del semejante, y produce por tanto un goce en esa angustia provocada. Es una satisfacción sádica para desquitarse por esta vía su odio sentido. Por eso, es necesario dejar saber que no solamente el estado de ánimo deprimido es el que dispondrá al suicidio, aunque es el mas prevalente.

Desde mi práctica clínica he observado el intento de suicidio como un gran llamado al “otro” para que responda al vacío y desamparo que siente. En su deseo de evasión de problemas, deseo de venganza o de castigo a un otro o hacia sí mismo; en esa desesperanza, desesperación, vergüenza o humillación, y de terminar con el sufrimiento psíquico.

Conectar con el dolor del otro y poder sostener sin emitir juicios de valor podría ser el primer paso para la ayuda posibilitando espacios de apertura a lo que el otro siente y sufre generalmente en soledad, en silencio.  Enrique Pichón Riviere (1973) en Buenos Aires, Argentina creó el primer Centro de Atención al Suicida, habilitando/ayudando por teléfonos a personas con ideación suicida. Cuando Pichón Riviere atendía el teléfono, lo primero que le decía a la persona que buscaba asistencia era: “a quién quiere usted matar?” como si esta ideación tuviera un propósito inconsciente, y donde se dejaba ver con esta pregunta que debajo de ese dolor psíquico había una especie de asesinato dado por los impulsos hostiles que se dan hacia el mundo exterior. ¿Pichón Riviere con su pregunta “a quién quiere usted matar?”  salvó un montón de gente. Mas allá del sentido del acto, hay un registro simbólico en todo suicida, ya que no hay representación psíquica de la muerte en el inconsciente, y quien se mata, mata consigo aquello que lo conmueve. Esa pregunta: “a quién quiere usted matar?” habilita a poder hablar de lo doloroso intangible; y donde generalmente es una situación en la que la persona se encuentra desborda (sin bordes que contengan). La contención de una escucha diáfana y sostenida, a la vez que se realiza un plan de tratamiento para aminorar y estabilizar el estado anímico/psíquico de la persona con ideación suicida, es lo que podría permitir la disminución de los índices de suicidio a nivel mundial. Y eso que dentro de los suicidios se omiten aquellas muertes que podrían tener una tendencia inconsciente, como lo son los accidentes automovilísticos, domésticos, que se observan como un accionar de la pulsión de muerte, pero sin la búsqueda consciente del sujeto de su propia muerte. Las conductas autodestructivas podrían verse como un atentado hacia la propia vida, en ese intento lento y paulatino de desaparición como lo son por ejemplo los trastornos alimenticios como la anorexia nerviosa, las adicciones; toxicomanías severas. Aparece entre líneas una ira reprimida y/o el afecto ligado al suicidio de culpa o castigo, como algo punitivo que el sujeto se hace hacia sí mismo, o como una entrega sacrificial hacia los otros. Al año, hay un promedio de cuarenta millones de personas en el mundo que intentan suicidarse, y lamentablemente un millón lo logra. Estadísticas que van en aumento y que “no hablarlo” no significa que no existan. Se hace cada vez mas necesario plantear estrategias que habiliten a la reducción de esta problemática que desde siempre ha sido una “pandemia” de la que no se habla. No atender a tiempo el sufrimiento psíquico, afecta la Salud Mental no solamente del suicida sino también de todos los que quedan duelandolo y marcados por esta traumática pérdida. Por tanto, el suicidio deja de ser algo que le pasa al otro, para interpelarnos a todos como sociedad. Prestar atención, oído y vista es el primer paso para ayudar a aquellos que a veces dan señales:      

 

·      Animo deprimido, toxicomanías, estados alterados de humor (depresión-manía).

·      Aislamiento, episodios de ira muy marcadas, estados ansiosos que son imposible de tranquilizar. Estados de excitación psicomotriz (no pueden parar de moverse de un lado al otro, descontrol de sus actos al moverse, exacerbación visible de sus movimientos caporales habituales).  

·      Observar si se sienten culpables, avergonzados o humillados por alguna razón,

·      Si hay enfermedades crónicas, degenerativas e irreversibles, con dolor físico y/o emocional.

·      Situaciones criticas recientemente vividas (perdidas físicas irreparables, desempleo, divorcio, abuso sexual, experiencias traumáticas o catastróficas, etc.).

·      En ocasiones se puede observar que comienzan como a despedirse, regalan sus objetos personales muy valorados por ellos, duermen mucho o duermen muy poco. Las personas mayores dejan de asearse y quedan en pijama todo el día.  Dejan de comer, de tomar los medicamentos, se aíslan.

·      Antecedentes familiares de enfermedades psiquiátricas severas y/o con suicidios cometidos.

·      Los que consumen drogas/alcohol, lo hacen en mayor volumen, comienzan a tener conductas parasuicidas (manejar a alta velocidad, por ejemplo, practicar deportes extremos).

·      Algunas personas, se van sin dejar saber lo que están estaban sufriendo, sin compartirlo.  

 

El suicidio debe de dejar de ser un tema tabú, es algo de lo que hay que hablar. Independientemente de que pueda considerarse en etapas etareas “contagioso”, si de ello se puede hablar será mas fácil abordar el sufrimiento psíquico.

 

·      A vos, que tal vez estés pasando por alguna situación de mucho sufrimiento psíquico, te invito a que te acerques a alguien en quien confíes.

 

·      A vos que has sido el elegido para confiar, no juzgues. Solo escucha, abraza y ofrece tu ayuda incondicional para que tu afecto querido transite por ese camino que le resulta muy difícil.

 

·      Yo acá estoy para ayudarte de forma profesional y abordar la problemática que presentes.

 

 

 

Lic. Ana Rita Franco, MS., LMFT., QS.

 

 

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